martes, 13 de enero de 2009

Portada del Juicio Final.- Catedral de León

La catedral de León, construida en el siglo XIII por el maestro Enrique y Juan Pérez, es de gran pureza de estilo y de las más bellas del gótico español. En la fachada principal, dos esbeltas torres encuadran un gran pórtico triple que ostenta una rica decoración escultórica presidida por la bella escultura de Santa María la Blanca. En esta fachada podemos ubicar la portada del Juicio, sobre la cual vamos a tratar a continuación.

La portada del juicio de la catedral de León, de autor anónimo, y realizada entre los años 1255 y 1270, constituye uno de los conjuntos más excepcionales de la escultura gótica. Se encuentra ubicada en la fachada occidental del templo, y se corresponde con la nave central (en el interior) del mismo. Recibe este nombre porque está referida a este escatológico tema. La escatología es la doctrina que estudia el destino final del hombre y la transformación última del mundo.

Presidida por la imagen de Cristo Juez, coronado y lleno de majestad. Se presenta bondadoso, poniendo de manifiesto su humanidad mediante la desnudez de la parte superior del cuerpo y de las piernas. Al mismo tiempo está mostrando las llagas de la Pasión. Era éste, un aspecto muy importante en la espiritualidad del siglo XIII, ya que se trataba de inspirar confianza a los fieles, acercamiento a Dios, ante la verdad del Juicio, es decir, ya no se inspira terror como en épocas anteriores. A su lado están dos ángeles portando los instrumentos del dolor: la cruz, la corona, los clavos, la lanza, el sudario, como testificando que gracias a ellos no hay nada que temer. A los extremos la Virgen intercesora y suplicante por las almas y, San Juan.

En el parteluz, la Virgen Blanca o Nuestra Señora la Blanca (también llamada por los leoneses, la “Tota pulchra”), obra maestra de la escultura gótica y totalmente hispana. Desde 1956 la pieza original se guarda en el interior del templo, y una reproducción exacta realizada por el escultor Andrés Seoane, ocupa su lugar. Su presencia en este lugar da más sentido a lo mencionado anteriormente. La doctrina de San Bernardo había desarrollado mucho el aspecto humano de su Maternidad acercando la Madre al Hijo, sin el distanciamiento románico, fruto de la doctrina de Éfeso. María se presenta ahora como madre y mujer a la vez; es por excelencia la intercesora ante su Hijo, sobre todo cuando Éste “vuelva con poder y majestad” a juzgar al hombre.

En la faja inferior del tímpano, la cual se atribuye a un maestro burgalés, se encuentra representada la escenificación del Juicio mismo. En ella se representa a la izquierda, la entrada de los justos en el Paraíso y a la derecha el castigo de los réprobos. Simbolizado el Juicio en la figura de San Miguel, pesando las obras de cada alma. Éste ocupa el eje central; a su derecha los bienaventurados, entre los que se pueden distinguir personajes históricos como San Francisco, Santa Clara, Alfonso X, etc. En el extremo se encuentra San Pedro, abriendo la puerta del Paraíso, ante la que se arrodilla un pontífice. Un niño toca un órgano mientras otro le da aire con un fuelle. A la izquierda del arcángel, con gran inspiración en el mundo babilónico, están los réprobos (condenados a las penas eternas) y los demonios; una orgía de diablos, diablillos, figuras monstruosas, con gestos horribles y formas grotescas, sarcásticas, introducen a los malditos en las calderas de Pedro Botero. Es importante destacar el idealismo de las figuras de los justos y el carácter realista y crudo de las figuras de los que son condenados.


Los mismos temas se tratan en las arquivoltas de esta portada. De manera resumida se exponen a continuación:

En la clave y en dos dovelas a cada lado de la arquivolta interior, se representa a los ángeles trompeteros del Juicio, tocando distintos instrumentos musicales.

La resurrección de los muertos que salen de sus tumbas con la ayuda de los ángeles aparece en la arquivolta exterior de la izquierda, prolongándose en cuatro dovelas más por el lado derecho, a partir de la clave; salen todos embellecidos, de madura juventud, desnudos varios de ellos. Además se distinguen reyes, monjes y un prelado.

La arquivolta central (excepto dos dovelas del lado inferior derecho) se dedica a mártires y confesores. Del mismo tema tratan las cuatro primeras dovelas de la siguiente, comenzando por la izquierda, más la cuarta y la quinta de la otra parte. Pueden identificarse: el martirio de San Esteban, en las dos primeras de la izquierda, en las que un negro hace de verdugo y San Pablo guarda la ropa del mártir; San Lorenzo en la tercera; San Andrés en la novena; Santa Catalina y Santa Bárbara en la primera de la arquivolta central. Las escenas de condenados se reservan para el resto de las dovelas: en algunas aparece la disputa por las almas entre el ángel y el demonio, en otras se exhiben demonios torturadores pisando a lujuriosos, arrojando a los condenados a las calderas hirvientes de aceite, aprisionando a un negro, etc…

Además a cada lado de la puerta hay tres esculturas de apóstoles sobre las que cabalgan las tres arquivoltas. Por otro lado, las puertas de madera que presenta la portada pertenecen al siglo XV.

Esta portada del Juicio es una síntesis de las literaturas apocalípticas que tanta fuerza habían cobrado en la época del mileniarismo (doctrina o creencia según la cual Jesucristo reinaría en la tierra 1000 años antes del juicio final, y de los que pensaban que el fin del mundo acaecería en el año 1000) y que fueron descritas con toda clase de detalles en los “beatos”; pero en León, como se ha podido ver, está todo lleno de un nuevo humanismo.

Es un tipo de escultura monumental, que es aquella que se inscribe en un edificio (dentro o fuera). Para que exista debe darse un acuerdo entre el programa arquitectónico y escultórico, es decir, la arquitectura impone a la escultura la “ley de adaptación al marco”. Esta presupone una visión frontal y un espectador inmóvil.

Por otro lado, y atendiendo a su forma podemos decir que es un relieve. El relieve es una obra escultórica no exenta, en la que las figuras aparecen adheridas a un plano que sirve de fondo. A pesar de ser tridimensional, carece de parte posterior. Además debe ser clasificado como un altorrelieve, puesto que sobresale más de la mitad del bulto.

Sin embargo, la figura de la Virgen debe ser considerada como una escultura también monumental, pero esta vez de bulto redondo, ya que aparece adherida al edificio sólo mediante una peana o base. Esto implica que la escultura deba ser apreciada en redondo, es decir, implica el desplazamiento del espectador, pudiendo ser contemplada desde cualquier punto de vista, menos por la parte trasera (al menos en este caso).

BIBLIOGRAFÍA:

- ANGULO ÍÑIGUEZ, D. Historia del arte. Tomo I, pag 414. Madrid 1964.

- AZCÁRATE RISTORI, JOSE MARÍA DE; PÉREZ SÁNCHEZ, ALFONSO EMILIO; RAMÍREZ, JUAN ANTONIO. Historia del arte, pags 202-203.

- GÓMEZ RASCÓN, M. La catedral de León. Cristal y fe. León 1998.

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